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sábado, 14 de abril de 2018
La relación VIRGO-PISCIS
VIRGO
Tierra - Mutable - Negativo
Regido por Mercurio (también por el
planeta Vulcano)
Símbolo: la Virgen
Fuerzas nocturnas - Femenino
PISCIS
Agua - Mutable - Negativo
Regido por Neptuno
Símbolo: el Pez
Fuerzas nocturnas - Femenino
La relación VIRGO-PISCIS
...nadie puede volar si no ¡o han rociado con el polvo de hadas.
Los Peces han nacido bajo una doble influencia femenina: el signo solar femenino de Piscis, regido por el
planeta Neptuno, también femenino. Los Vírgenes también han nacido bajo una doble influencia femenina
(pero con una ligera diferencia, como veremos) porque Virgo también es un signo solar femenino, cuyo
auténtico regente es el planeta Vulcano, igualmente femenino (y poderoso)... planeta éste que aún no ha sido
descubierto, pero que pronto lo será (véase el capítulo Virgo-Virgo). Mientras tanto, el guía adoptivo de Virgo
es Mercurio, un planeta masculino. Enseguida salta a la vista que los Vírgenes les llevan una pequeña ventaja
a los Peces, en el sentido de la iniciación activa o positiva (o sea, masculina). Esto no significa, empero, que
los Piscis echen algo de menos. Todos los Peces piensan que, en el mejor de los casos, la iniciación activa
consume energías y es cansadora, y preferirían no tener que cargar con la necesidad astrológica de «iniciar
activamente» algo en particular. De modo que están muy contentos de poder dejar a Virgo las vibraciones
masculinas de Mercurio.
Igualmente, los Piscis deben tener siempre presente que los Virgo están en condiciones de recurrir
tanto a las armas masculinas (Mercurio) como a las femeninas (Vulcano)... así que pueden ser muy arteros.
(Claro que los Piscis también pueden ser más que un poco arteros, dada la influencia evasiva y esquiva de
Neptuno.) Si he hablado de «armas», ello se debe a que el Pez y la Virgen representan la configuración de
signos solares 7-7, de oposición. No se trata en verdad de que Piscis y Virgo estén en guerra entre sí, sino de
que cada uno de ellos posee determinadas cualidades que el otro (aunque sólo sea en el plano inconsciente) no
tiene, envidia y desearía adquirir.
Para empezar, los Virgo poseen el talento de ordenar las tarjetas mentales. Pueden seleccionar,
archivar eficientemente y localizar, cuando los necesitan, datos detallados sobre toda clase de personas,
situaciones, preocupaciones, problemas y frustraciones. Todo está pulcramente asentado. Los talonarios de
cheques de Virgo tienen casi siempre un balance correcto entre las entradas y las salidas (con las excepciones
que confirman la regla, como las de los Vírgenes que tienen signos lunares o ascendentes Piscis). General-
mente los Virgo pagan las cuentas en la fecha del vencimiento, llegan al trabajo puntualmente o con unos
minutos de adelanto, duermen el número apropiado de horas cada noche (cuando no están estreñidos o las
preocupaciones no les producen insomnio), escriben sin tardanza sus corteses cartas de rutina, conservan sus
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ropas y artículos personales en un orden más o menos sistemático... y cuidan que sus coches, sus dentaduras y
todo lo demás sea controlado con regularidad para prevenir posibles deficiencias. Pueden descubrir la mancha
circular de un cuello de camisa a cien metros de distancia, y suelen medir escrupulosamente el blanqueador y
el detergente que echan en la lavadora, para no pecar por exceso ni por defecto. Rara vez les ponen multas por
aparcar incorrectamente o por conducir a demasiada velocidad... y nunca derrochan excesiva energía en
actividades contraproducentes, como pueden serlo el soñar despierto, el distraerse, el relajarse y el tomárselo
con calma. (Tampoco tienen fama de dilapidar excesivas sumas de dinero.)
El Piscis típico es la verdadera antítesis de todo lo precedente. Por lo que concierne al orden estricto, la
mayoría de los artículos personales de un Piscis se asemejan a una pintura abstracta de Picasso. En cuanto a la
pulcritud de sus moradas, ya sea que vivan en una habitación, en un apartamento, en una casa o en una
mansión, la residencia de vuestro Pez típico es más o menos tan pulcra como un cuadro de Dalí: el caos
absoluto. Un encantador, hermoso desbarajuste de confusión total, veteado con los colores del arco iris. Pero
sólo en el ámbito de la pulcritud. Fuera de él, siempre reina una contradictoria pero inconfundible sensación
de paz y sosiego, hipnóticamente tentadora, en pleno desorden de Piscis. De cuando en cuando, claro está,
tropezaréis con un súbdito de Neptuno, como un Pez soltero de Colorado que yo conozco, cuya casa siempre
está lista para que los fotógrafos de una revista de decoración doméstica irrumpan sin aviso previo... pero él
tiene varios planetas en Virgo, y un ascendente Virgo. Olvidémonos del Piscis Dick Johnson, que es una de
esas raras excepciones. La astrología sigue afirmando que la mayoría de los hogares Piscis son como un
ovillo de cintas de colores: una delirante trama de calidez, intimidad, té y simpatía, y desorden informal,
donde no todos los rincones y recovecos están escrupulosamente desempolvados. ¿A quién le importan unas
motas de polvo en los rincones y recovecos? (Los Peces tienen muchos secretos de distintas dimensiones
arrumbados en sus rincones y recovecos, y quizá no quieren que Virgo los moleste con su plumero.)
En realidad, todas aquellas cualidades de Virgo enumeradas más arriba no son hábitos que los Peces
deseen adquirir... conscientemente. Sin embargo, en lo más recóndito, saben que saldrían ganando si
dedicaran un poco menos de tiempo a soñar despiertos y a relajarse, si holgazanearan un poco menos, y si
fueran un poco más ordenados en el plano mental y más pulcros en el plano emocional... respecto de sus
autos, del cuidado de sus dientes, de sus talonarios de cheques o de lo que fuera. Sencillamente no les gusta
confesarlo. Pero lo intuyen, y es por ello por lo que los Peces se sienten fascinados por los Virgo. Mejor
dicho, se sienten fascinados por el sexo opuesto de su signo solar opuesto, o sea de Virgo, pero es posible que
estén un poco nerviosos en compañía de Vírgenes de su mismo sexo, que parecen lanzarle a Piscis un desafío
tácito de competición. No hay nada en el mundo que ponga más nervioso e incómodo a un hombre o mujer
Piscis que la sensación de que pretenden que compita, de alguna manera, con alguien. Competir es una
actividad que casualmente les parece a ellos «contraproducente»... un derroche de tiempo y energía. Como
ambos nacieron bajo signos mutables, Virgo y Piscis se dan a menudo la sorpresa mutua de apañárselas para
comunicarse muy bien, aunque estén compitiendo, no obstante las enormes diferencias de sus personalidades
antagónicas. Además, ambos son un poco reticentes y reservados con los extraños.
No sería justo (¿Qué hace Libra aquí? ¿Quizá nos ayuda a reconciliar al Pez y el o la Virgen?)... Como
decía, no sería justo (Libra hace un ademán de asentimiento, con una sonrisa radiante de aprobación) dejar de
señalar que el Pez también posee cualidades que a los Vírgenes les convendría imitar... y no correremos
ningún riesgo si apostamos que Virgo, a diferencia de Piscis, lo sabe en el plano consciente. La mente de
Virgo es tan perspicaz y está tan alerta que no deja casi nada en el inconsciente. Los Virgo extraen todos sus
pensamientos y sentimientos del subsuelo, por así decir, y los verifican periódicamente para asegurarse de que
no han omitido, descuidado ni extraviado nada. Así que generalmente los Vírgenes tienen dolorosa conciencia
no sólo de la vaga envidia que experimentan cuando están en presencia de los Piscis, sino de lo que la causa.
Se trata del talento de Neptuno para soñar despierto y desear, y para hacer luego que esos sueños y deseos se
materialicen mediante una suerte de extraña alquimia neptuniana, ya se trate de hacer aparecer mágicamente
en la avenida un espacio donde aparcar, o de contraer felices nupcias, o de ganar el premio Nobel de la Paz, y
a veces el Pulitzer. Virgo frunce el ceño. Bueno, ¿pero cómo lo logran? ¿Se rocían con polvo de hadas?
Tu conjetura ha dado en el clavo, Virgo... como sucede con frecuencia (y el buen Dios sabe que así debe
ser, dada la forma en que analizas y vuelves a analizar todas las posibilidades antes de aventurar dicha
conjetura). Los Peces consiguen que sus sueños y deseos se materialicen mediante el simple procedimiento de
afirmar continuamente su fe en la bondad esencial del «todo» (el inconsciente masivo, colectivo) y en la
sabiduría eterna de la paciencia resignada. (Los Virgo tampoco marchan a la zaga en el área de las pautas de
paciencia, pero nadie calificaría esta paciencia de «resignada».) Lamento deciros esto, Vírgenes, pero lo
logran gracias a que no fastidian y ofuscan sus sueños y deseos hasta hacerlos desaparecer en las sombras de
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la futilidad. En verdad, estas características de Neptuno resultan ser los ingredientes principales del polvo de
hadas.
Virgo manifiesta admiración e interés, pero continúa perplejo. ¿Dónde se puede comprar más o menos una
pizca de este polvo de hadas? ¿Y acaso es tremendamente caro? Has errado el tiro. Lo siento. Sé cuánto
aborreces errar el tiro. Pero eso es lo que has hecho. En primer término, uno nace con un acopio de polvo de
hadas, o nace sin él. Si has nacido con él (como le sucede a Piscis), tanto mejor... pero también puede ser
tanto peor, porque quien posee una dosis invisible de polvo de hadas irradia en su aura un determinado color
que los malvados y los pequeños entes aviesos del plano astral captan con facilidad, y que los incita a
atormentarte con billones de problemas diversos para poner a prueba tus méritos. También se empecinan en
tratar de robarte el polvo de hadas. Verás, ésta es la antigua ley metafísica en virtud de la cual la luz atrae a las
tinieblas. En segundo término, si no has nacido con él, evidentemente deberás apañarte para conseguir de
alguna manera una pizca, al menos para las emergencias, y el método más seguro para garantizar que no la
hallarás consiste en preguntar el precio y preocuparte por el desembolso. Apenas inicias ese exasperante
mantra monetario, la sustancia desaparece, porque el polvo de hadas es muy aficionado a llevar la contraria
(casi tanto como las hadas mismas, que pueden ser en verdad increíblemente antagónicas cuando se sienten de
humor para las travesuras). Para obtener el polvo de hadas lo mejor es asociarse íntimamente con un amigo,
colega, pariente, amante o consorte Piscis.
Ahora bien, debo ceñirme a la verdad y a los hechos (o Virgo nunca me lo perdonaría), confesando que, si
bien los Peces tienen una abundante reserva de polvo de hadas mágico, y si bien generalmente se resisten a
permitir que sus sueños y deseos se «pierdan en las sombras de la futilidad», al mismo tiempo incurren
periódicamente en la culpa de someterse a aprensiones, temores y timideces sin nombre. No me acuses de
confundirte, Virgo. Piscis es un signo solar de dualidad, ya sabes. Oh, ¿uno de ésos? Sí. Uno de ésos. A Piscis
lo representan dos peces, no uno... y peor aún, los Peces simbólicos nadan en diferentes direcciones. No es
nada fácil vivir tironeado en diferentes direcciones al mismo tiempo. A ti, como Virgen, te haría perder la
chaveta que te tironeen en dos direcciones simultáneamente. No sabrías qué ruta analizar en primer término.
De modo que deberías tributar tu compasión a todos los Peces que conoces. Dios sabe que ellos siempre
hacen fluir su compasión entre todos los demás con tanta perseverancia, que ciertamente necesitan que se la
tributen también a ellos, para levantarles el ánimo de cuando en cuando. En síntesis — y espero que Virgo nos
disculpe el argot — la dualidad puede jeringamos.
Tomemos, por ejemplo, la sensibilidad de Piscis. Los Peces son asombrosamente sensibles y precognitivos.
Pueden leerte la mente y el corazón antes de que pronuncies una sola palabra. Ya seas un amigo o un
desconocido. Captan tus vibraciones y absorben las alegrías y penas emocionales, las euforias y depresiones
de todos los que están a pocos metros de ellos. En un sentido, esta facultad es una bendición. Hace que el Pez
sea compasivo, sagaz, comprensivo y telepático. En otro sentido, puede ser una maldición. La facultad de ser
sensible a los pensamientos y sentimientos de los demás, ya sea que estén en la misma habitación o a cierta
distancia, trae consigo un peligro constante, por una razón astrológica concreta. El don de la «sensibilidad» o
la telepatía nunca aparece (y esto incluye a las personas de todos los signos solares que tienen configuraciones
planetarias sensibles en sus cartas natales) sin estar acompañado por el rasgo gemelo de la imaginación
vivida... y de la creatividad excepcional en potencia. Aunque ésta no sea estimulada en la infancia, y por tanto
quede encubierta, está infaliblemente latente en la personalidad de los Piscis (o de cualquier persona sensible
de cualquier signo solar). Por ello los Peces sensibles deben estar siempre en guardia para no permitir que la
imaginación poderosa y los talentos creativos que todos ellos poseen en alguna medida (tengan conciencia o
no de ello) deformen las «imágenes» que reciben constantemente de los demás, y velen sus impresiones con
tonos y matices posiblemente engañosos. La imaginación, como el fuego, es «una buena servidora, pero una
mala ama».
Existen pocas posibilidades de que Virgo permita semejante deformación. Por tanto, los Vírgenes pueden
prestar una gran ayuda a Piscis, y la oportunidad de prestarla seduce a los Virgo, en razón de que ésta es su
misión capital en la Tierra. Pueden señalarle cortés y afablemente al Piscis en qué caso una determinada
imagen, impresión o idea no es tan negativa como el Pez supuso al principio, colaborando con el regido por
Neptuno para que éste haga aflorar todos los colores radiantes de sus ideas, después de retocar lo negativo con
la realidad (una realidad que es casi siempre más promisoria de lo que parecía superficialmente). ¡A los Virgo
les sucede lo más maravilloso cuando proceden así! Salen de una sesión de diván, reconfortante y relajante,
con un Pez (que a veces necesita desesperadamente consuelo, el mismo que Piscis suministra tan generosa y
humildemente a los demás) sintiéndose bastante felices y alegres y bien, por dentro. Entonces, súbitamente,
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en la mitad de la noche, Virgo nota que sus manos parecen ásperas. En verdad, todo el cuerpo del Virgen o la
Virgen, de pies a cabeza, parece... bueno, no inmaculadamente limpio y reluciente. ¿Cómo es posible esto, si
antes de meterse en cama se duchó como todas las noches? Así que Virgo corre al cuarto de baño para lavarse
las manos, ¡y oh, sorpresa! Ha ocurrido un milagro. Las manos del Virgen o la Virgen están cubiertas con una
sustancia brillante, titilante, fina, semejante a pequeñas escamas de estrellas. Polvo de hadas. El Pez se lo
transmitió por contacto. Y no le costó un céntimo. Ahora Virgo también tiene un toque de magia, como el
Piscis... ¿y no será divertidísimo? Todo porque le brindó a un pez triste y solitario una pizca de la misma
compasión y la misma «atención» auténticamente sincera que el Pez concede tan generosamente a los demás,
y tanto, necesita para sí mismo (o para sí misma). Así es como se obtiene el polvo de hadas. No lo venden en
las tiendas.
Ahora que Virgo tiene su dosis del misterioso elixir de Neptuno, hay que recordar qué es lo que sucederá
inevitablemente a continuación. Igual que en el caso de Piscis, el aura de Virgo se cubrirá instantáneamente
con vetas de ese extraño color que les informa a los trasgos del plano astral que por ahí anda alguien que
oculta una reserva secreta de polvo de hadas... y antes de que pase mucho tiempo, Virgo enfrentará las
mismas pruebas por las que pasa Piscis, y se enredará, como el Pez, en las madejas de las diversas aflicciones,
intrigas y complejos problemas de los amigos, de los seres amados, de los vecinos y de los desconocidos.
¡Estupendo! Piscis no podría otorgarle a Virgo un don más preciado que éste. Imaginad. Cien nuevas
preocupaciones para analizar y resolver eficientemente, como sólo un Virgo puede hacerlo. ¿Veis? Virgo ya
ha danzado jubilosamente hasta el escritorio, y está escribiendo urgentemente, como de costumbre, una nota
de agradecimiento a Piscis.
Querido Pez: Muchísimas gracias por el P.H. ¿Estás seguro de que no te debo nada por él?
Realmente no debes regalarlo todo, como lo haces. Tu comportamiento es generoso y tierno, pero
recuerda que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo». Sea como fuere, sentía la
necesidad impostergable de informarte cuánto te agradezco todos los nuevos problemas que
me has permitido compartir contigo y con tus amigos. Nadie me hizo un regalo tan prodigioso
desde aquella Navidad en que yo tenía tres años, y Santa Claus me dejó un enorme auto
desarmable bajo el árbol. Tardé meses, literalmente, en descubrir dónde encajaban exacta-
mente todas las piezas. Ese fue el instante más feliz de mi vida, hasta ahora. Espero que te
sientas mejor, después de nuestra pequeña charla. Te visitaré dentro de pocos días, para ver
si necesitas algo y si puedo prestarte alguna otra ayuda. Nuevamente, gracias.
Afectuosamente Virgen
P.D. Acabo de comprender cuán emocionante era creer, antaño, en Santa Claus, el Conejo
de Pascua, los druidas, los trasgos, los gnomos y las estrellas que te conceden los deseos.
Me has hecho recordar mis viejos sueños, e incluso me has enseñado que tal vez valen
realmente algo, aun después de tantos años. Quizá los desempolvaré un poco. Durante todo
este tiempo que pasaron en el sótano debieron de acumular una cantidad tremenda de
polvo. Espero que ninguno de ellos se haya roto. Claro que supongo que podría encolarlos
cuidadosamente. ¿Crees que alguien lo notará? Ahora debo cerrar esta carta, porque son
casi las doce menos dos minutos y medio de la noche, y he puesto el despertador para las
cinco de la mañana, porque debo llegar al trabajo a las ocho. ¿Sabes qué podría hacer?
Podría tomarme mañana un día libre, relajarme y hojear algunos libros que tenía ganas de
leer. Dios mío. Este P. H. es muy fuerte. Embriagante, de veras. Probablemente también es
sano. Apuesto a que incluso ayuda a regidarizar el intestino, y es posible que elimine mi
indigestión nerviosa. Sencillamente deberás permitir que te lo pague de alguna manera, o por
lo menos deberás autorizarme a hacer una donación a tu obra de caridad favorita. De lo
contrario me sentiré terriblemente culpable por haberlo aceptado.
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Mujer VIRGO Hombre PISCIS
No retendría a ninguna chica contra su voluntad en ei País de Nunca Jamás.
Sé que lo que voy a decir parecerá raro y poco ortodoxo, pero es posible que lo primero que este hombre y
esta mujer discutan cuando se sientan atraídos inicialmente el uno hacia el otro sea... bueno, no es muy
romántico, pero tal vez entablarán una conversación emocionante sobre sus pies.
Esto es algo que tienen en común. Los problemas de sus pies, su pedicuro favorito y la dificultad de
encontrar zapatos apropiados. Por lo menos uno o dos de estos temas, si no los tres. Veréis, Piscis «rige» los
pies. Cada signo solar está alineado con una zona específica del cuerpo, porque los hombres y las mujeres
fueron forjados a la imagen de nuestros Co-Creadores (y ésta es. entre paréntesis, la razón por la cual la
astrología médica es tan infaliblemente exacta y útil, como Hipócrates lo sabía sagazmente). Como Piscis está
asociado con los pies, la idiosincrasia de éstos y los zapatos son temas que intrigan al Pez típico. También a la
Virgen típica. Su interés por los pies y los zapatos viene alimentado por diversos factores, uno de los cuales
consiste en el hecho de que su auténtico planeta regente, Vulcano, es la «deidad coja del Trueno» (la falta de
espacio me impide explicar aquí por qué recibió este nombre, pero me ocuparé de ello en otro libro próximo).
Además, la mayoría de las mujeres Virgo tienen una ligera obsesión por los zapatos prácticos.
Si alguna vez os preguntásteis qué se hizo del «pequeño zapatero» o del remendón de la esquina, aún está
allí, golpeando con su último y diminuto martillo, atendiendo a sus clientes Piscis y Virgo (y algunos
Capricornio dispersos). Los Virgo generalmente no compran su calzado a la ligera. Pretenden que los zapatos
en los que gastan su dinero de buena ley sean duraderos y dignos de reiterados arreglos, y no unos botines
frágiles y frívolos que se descalabran cuando hace apenas una década que los están usando. Naturalmente, hay
algunas Vírgenes inmunes a esta extraña peculiaridad de Virgo, pero la mayoría de ellas alimentan lo que
equivale a un fetichismo por el calzado. Es posible que ahorren y escatimen en ropas, muebles, placeres,
entretenimientos y lujos, pero cuando se trata de alimentos sanos, medicamentos, papel higiénico y zapatos,
son increíbles. Los armarios de su cuarto de baño están repletos de papel higiénico estmjable de la calidad
más suave (algunas lo compran por cajas) y de montones de jabón Ivory. Los estantes de su botiquín crujen
bajo el peso de tantos frascos y potes y vendajes como los que hay en las farmacias. Los armarios de su
cocina están bien surtidos de vitaminas. Sus neveras contienen tantas cajas de alfalfa y de gérmenes de trigo
que parecen un invernáculo congelado. Y los armarios de su dormitorio están atestados a menudo de zapatos.
No se trata de que sean derrochadores (¿Virgo derrochadora? ¡Que el cielo no lo permita!), y tampoco 'se
trata de que compren muchos pares de zapatos, sino de que los conservan hasta que se acumulan de una
manera alarmante, los hacen reparar y los guardan para sus hijos y nietos, cuyos pies miden cuidadosamente
todos los años con la esperanza de que al fin calcen el número apropiado para utilizar los zapatos de segunda
mano.
A la chica Virgo le encantará que el hombre Piscis demuestre tanto interés por escuchar las historias del
zapatito de Cenicienta que ella le cuenta. En cuanto a él, también se sentirá encantado de que ella quede tan
patentemente fascinada por sus fábulas sobre los pies. El Pez escucha a todos los demás tan afablemente, que
le produce una rara satisfacción encontrar a alguien que disfruta escuchándolo a él, para variar. El se
acurrucará junto a ella (os dije al comenzar este capítulo que los regidos por Neptuno pueden ser taimados y
arteros. El trama estrategias románticas asociadas con algo más que los dedos de los pies de ella)...; pues bien,
él se acurrucará junto a ella, disimuladamente, y le contará cómo, cuando camina descalzo por la playa,
incluso en verano, siempre tiene que volver después a casa y calentarse los pies delante de la chimenea,
porque están helados... y le confesará que a veces se siente humillado, porque sus pies son inusitadamente
grandes (o inusitadamente pequeños, para un hombre... los pies de Piscis son enormes o minúsculos, nunca de
una medida intermedia). Ella lo compadecerá deliciosamente. Entonces él le hablará de aquella época en que
ganó dinero para pagarse la matrícula universitaria posando anónimamente como modelo masculino para las
almohadillas protectoras de juanetes del Dr. Scholl... ella soltará su risa de Mercurio que tintinea como una
campanilla de plata... él se acercará un poco más, alentado por el súbito chisporroteo de sus ojos claros de
Virgo, y le confiará que los pies siempre se le enfrían por la noche, de modo que .a veces él debe levantarse
de la cama para ir a buscar una botella de agua caliente con la cual entibiárselos, o debe enchufar la
almohadilla calefactora. Ella murmura suavemente, con un visible temblor, que le ocurre lo mismo, algunas
noches, cualquiera que sea el número de mantas y colchas que se ha echado encima. «Es un contratiempo
común de todas las personas que duermen solas, supongo — dice él, ahora con voz muy suave y apacible — .
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Estoy seguro de que los amantes nunca tienen este problema. Se calientan el uno al otro durante toda la
noche... de pies a cabeza».
Generalmente esto le hará ganar al Pez la primera batalla. Ni siquiera una Virgen displicente y fría puede
resistirse a esas palabras, no obstante todas sus inhibiciones y reservas. Pero sólo, desde luego, si para
entonces ya hace bastante tiempo que ella lo conoce y lo desea secretamente. Nunca en la primera noche.
Bueno, casi nunca. La tentación del Pez macho puede ser inesperadamente seductora, sobre todo para una
mujer nacida bajo el signo solar opuesto. Sus soles natales opuestos hacen ni más ni menos que lo que están
predestinados a hacer: atraerse, como imanes. Comprad un par en una ferretería, probadlos y veréis. Cuando
los sostenéis enfrentando sus dos polos positivos o negativos, no se unen por mucho que os esforcéis. ¡Ah!
Pero cuando modificáis la posición de uno, de manera que los dos imanes se enfrenten en condiciones de
polaridad u oposición (negativo-positivo), se unen y se acoplan con un impulso poderoso, aunque hagáis
grandes esfuerzos para impedirlo. En realidad, una inversión muy práctica para la Virgen enamorada de un
hombre Pez consistiría en comprar dos imanes y en experimentar con ellos en sus horas libres (que de todas
maneras casi nunca serán muchas). Tendrá una dramática demostración de lo que es más probable que le
espere cuando esté a solas con este hombre, y se dejen llevar por una conversación acerca de los pies. El
experimento no la protegerá de lo inevitable, una vez que él ya se haya enroscado alrededor de su corazón...
pero al menos estará preparada, y el hecho de prepararse es un testimonio de sentido común. (Los Virgo
suelen tener mucho sentido común).
La empatia sexual entre la Virgen y el Pez es en verdad empática. Estos dos son amantes natos. Incluso con
un aspecto luminario adverso entre sus natividades, ciertamente no se rechazarán el uno al otro. Es más
probable que descubran que riñen por todo menos por la manera de hacer el amor. Su polaridad química es
potente y poderosa. La exquisita delicadeza del comportamiento sexual del hombre Piscis hará que su mujer
Virgo responda cabalmente, como nunca respondería a un amante o marido más agresivo. En el deseo
neptuniano de él hay un elemento de ternura y poesía que cautiva irresistiblemente lo etéreo de su corazón de
Virgen, en tanto que el sosiego de Virgo, combinado con su pasión terrenal y con el trueno resonante de
Vulcano, sorprende y excita al hombre Piscis, y aviva todos sus anhelos secretos de encontrar, mediante la
unión sexual con la mujer amada, un hermoso sueño de éxtasis que recuerda vagamente... que siempre lo ha
obsesionado, como una melodía familiar del pasado. Ambos son instintivamente generosos cuando hacen el
amor, de modo que su fusión sexual casi nunca es un acto de exigencia, sino una mansa entrega mutuamente
satisfactoria y apaciguante, sustentada por el afecto sincero y por la predisposición a tomar en cuenta las
necesidades personales recíprocas respecto de la intimidad y de la manifestación física de su profundo amor.
Sin embargo, es posible que estos dos no sean tan empáticos y dichosos a la hora de compartir no sólo sus
corazones y sus cuerpos... sino también su dinero. A él le gusta compartir el suyo, pero es posible que ella sea
renuente a imitarlo. De vez en cuando encontraréis a un raro Pez tacaño, o a un Virgo exageradamente
generoso y despilfarrador, que aborda las finanzas con displicencia... pero no serán muchos. Es posible que
ella piense que él es insoportablemente inmaduro y negligente en lo que concierne a las cuestiones materiales,
y no vacilará en criticarlo cuando considere que ha sido imprevisor al dilapidar dinero en empresas que, a
juicio de ella, carecen de una base sólida, o al esparcirlo sencillamente entre amigos, parientes y vecinos que
tal vez no podrán devolverlo nunca. (En realidad él tampoco espera que lo devuelvan. Los Peces raramente
prestan dinero... lo dan.) Es posible que él piense en privado que ella se interesa demasiado por el dinero, y el
hecho de que se preocupe constantemente por éste, y de que lo regañe a él (y se regañe a sí misma) por
razones de seguridad financiera, tal vez haga desaparecer el suave brillo que el Pez veía en sus ojos, y
determine que su voz ya no suene como una campanilla de plata, sino más precisamente como el repique de
una campana de alarma que lo pone sobre aviso de que le coartan la libertad de ser como es.
El defecto más visible de una mujer Virgo por lo demás casi perfecta consiste en su tendencia a ser
exageradamente crítica y a reprender al hombre que ama. Lo cual es muy lamentable, porque el único defecto
que este hombre realmente no puede soportar en el sexo femenino... es que lo regañen. Se siente frustrado
cuando le parece que le ha fallado de alguna manera — de cualquier manera — y es posible que caiga en la
tentación ya sea de vengarse, mostrándose agrio y enfadado, constantemente irritable... o de eludir el dolor de
otra manera. Por ejemplo, adquiriendo el hábito de detenerse en un bar en el trayecto de vuelta a casa, de
verter sus fábulas y otras historias sobre los pies en oídos extraños pero comprensivos, y de regresar luego a
nado, porque no puede tenerse en pie. O puede recurrir a la evasión peligrosa, mortal, de las drogas. Quizá se
refugiará en sus ensueños, hasta que la comunicación íntima que habían compartido antaño se disuelva en el
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hastío, y el silencio se levante entre ellos como una muralla de rencor y resentimiento mutuos.
Como la chica Virgo valora mucho el sentido común, será sensato que decida, antes de que sea demasiado
tarde, que se enamoró de este hombre por el sistema mágico que él tenía para llevarla navegando a su País de
Nunca Jamás hechizado y secreto, donde toda clase de sueños que a ella le encantaría soñar si pensara que
puede materializarse... sí se materializan. O por lo menos, él consigue dar la impresión de que casi podrían
materializarse realmente, si ambos creyeran con suficiente vehemencia y durante suficiente tiempo. Ella debe
admitir que no es muy sensato matar irreflexivamente, sin desearlo, el embrujo de él que alguna vez la
conmovió hasta arrancarle lágrimas de ternura. Ni el déficit de dinero ni la acumulación de éste vale
semejante sacrificio. El exceso de crítica puede hacerle perder al hombre Pez su amor propio, lo cual siempre
es triste para Piscis. Ella debería recordar todos los portentos que la indujeron a amarlo inicialmente, y olvidar
el resto.
En cuanto a él, deberá comprender que a esta mujer puede lastimarla profundamente que le oculten
secretos. Los signos de Tierra lo sienten todo profundamente. A veces, los hombres Piscis guardan secretos
sin ninguna razón específica, sólo porque han adquirido el hábito de proceder así con los extraños. Pero ella
no es una extraña. Es la chica de los ojos centelleantes, que Ic entiende como nunca lo entendió nadie... y que
lo escucha con afectuoso interés, cuando ningún otro lo escucharía. Casi todas las preocupaciones de ella
provienen de que desea verlo feliz. Además, cuando el Pez enfrenta la verdad, debe admitir que lo beneficiará
recibir algunos cuidados de una Virgen que se preocupe realmente por su futuro y por su paz espiritual. Un
análisis objetivo demuestra que él no tiene mucho talento para cuidar de sus propios intereses. Ella
experimenta una gran ansiedad interior cuando una relación no parece tener una meta claramente definida,
con un propósito determinado. A él no lo perjudicaría dejar amablemente que ella guíe la nave durante un
tiempo, hasta que quede atrás la amenaza de tormenta. Luego, a ella la regocijará correr con él en pos de los
misterios de Neptuno y las cascadas tentadoras, cuando se sienta a salvo y segura... pero preferirá pagar los
billetes en metálico, en lugar de cargarlos en una tarjeta de crédito, endeudándose aún más.
Como Virgo y Piscis son mutables, se complacerán en viajar juntos, en conversar juntos... y en general, se
comunicarán muy bien. Es probable que discutan sus problemas y desacuerdos, que los analicen y los
resuelvan. Cuando sus relaciones vuelvan a ser plácidas y dichosas, y cuando hayan recuperado la anterior
confianza, intercambiarán regalos en el aniversario de su primera plática sobre los dedos de los pies. Ella le
obsequiará un par de sandalias sentimentales, para caminar por la playa sobre la arena húmeda... y él le dará
un par de imanes en un estuche diminuto... para recordarle, con una sutil técnica de Neptuno, qué es lo que
ella perderá si algún día él debiera abandonarla porque le destroza el corazón al sentirse tan nerviosa y
desdichada con él en el País de Nunca Jamás, hasta el punto de que él preferiría irse de su lado con tal de no
hacerla sufrir. Probablemente ella captará el mensaje apenas abra el pequeño obsequio. Al fin y al cabo, es
una Virgo. Su mente es rápida y sagaz. Y ella es sensata. Sabe que una almohadilla calefactora bajo las
colchas y las mantas es un medio muy solitario para sustituir a cuatro pies calientes y confortables, y a veinte
dedos íntimos, que se han familiarizado tanto entre sí a lo largo de los años que les basta un toque... para
comunicarse cualquier deseo.
141
Hombre VIRGO Mujer PISCIS
— Peter — preguntó ella, tratando de hablar enérgicamente — , ¿cuáles son exactamente
tus sentimientos respecto a mí?
— Los de un hijo fiel. Wendy.
— Es lo que pensaba — dijo ella, y fue a sentarse sola en el rincón opuesto de la
habitación.
Probablemente la astrología es un poco indiscreta cuando revela algunos de los secretos de Neptuno, pero si
esto ayuda al hombre Virgo a entender mejor a su chica Pez, ambos se alegrarán algún día de ello. Veréis, esta
mujer que se comporta durante la mayor parte del tiempo como una chiquilla angelical, temerosa de que la
regañen, y que siempre está tan agradecida de las gentilezas más insignificantes, esta mujer que es tan tímida
y prudente, tan insegura y dependiente, que necesita el fuerte hombro de él para encontrar apoyo... sabe muy
bien lo que hace cuando interpreta esta pantomima. (Los Piscis son expertos en pantomimas, ¿sabéis?) Es la
personificación de Eva, el don de la Naturaleza al sexo masculino, vertido en una atractiva envoltura
femenina, ceñido con delicadas cintas rosadas.
Ella tiene una excelente razón para reaccionar ante la displicente respuesta que él dio a su pregunta,
trasladándose al rincón opuesto de la habitación. Su locura siempre es metódica, su sensibilidad siempre
oculta una estrategia inteligente. Más adelante explicaremos la razón secreta por la cual fue a sentarse en el
otro extremo de la habitación. Es importante que antes le demos al desprevenido hombre Virgo una idea de lo
que hay dentro de este exquisito envoltorio, ceñido con delicadas cintas rosadas. Así podrá lidiar mejor con su
astucia emplazada en el rincón.
Doce mujeres. Es con esto con lo que puede esperar encontrarse cuando desate cautelosamente (los
Virgo lo hacen todo cautelosamente) esas cintas. Esta dama dulce, engañosamente sumisa, es, por sí sola, todo
un harén. Si ha memorizado sus lecciones de astrología, como un buen Virgo, recordará que el signo solar
Piscis de ella lleva las semillas de los otros once signos que circundan la rueda kármica. Por eso es una
escucha tan maravillosa (y así fue, entre paréntesis, como lo engatusó inicialmente). Escucha bien porque es
sagaz. Sabe. Ha estado allí — kármicamente — y, como todos los Piscis están generalmente en contacto
bastante íntimo con sus personalidades inconscientes, ella recuerda muy bien muchas cosas que ni siquiera ha
estado próxima a experimentar realmente en esta encarnación actual. Así que, naturalmente, es una buena
escucha. ¿Por qué no habría de serlo? Absolutamente nada que alguien de este mundo pueda confiarle con
voz nerviosa o confesar en sus oídos comprensivos le inspirará aunque sólo sea un pestañeo de sorpresa. Si
una de sus doce memorias kármicas no comprende, un par de las otras once sí lo comprenderán.
Los hombres Piscis tienen más o menos la misma facultad, pero como ésta es una doble influencia
femenina (signo solar femenino, regente femenino, Neptuno), la hembra de la especie es categóricamente más
experta que el macho en la técnica de emplear la astucia femenina. Esto no es más que puro y simple sentido
común astrológico: Ciertamente un hombre Virgo se dará cuenta de ello, después de meditar un poco.
También deberá comprender por qué ella confunde su mente y sus emociones ordenadas con su carisma
camaleónico. Cuando ella se vuelve (raramente) agresiva, y anormalmente (para ella) malcriada y exigente, y
lo arranca a él de la complacencia de su signo de Tierra, es porque se manifiesta su pequeña veta ariana.
Cuando ella se empecina y no cede un palmo (aún más obstinadamente que él, lo que ya es mucho decir), es
su veta de Tauro lo que moldea momentáneamente su voluntad en cemento y le hace rechazar enérgicamente
los considerables poderes de afable persuasión que él despliega. Entonces, cuando él por fin consigue
resquebrajar el cemento con su sosegado encanto de Virgo, ella se vuelve tan ligera como una mariposa de
Géminis, tan cambiante que, comparado con ella, el mismo Mercurio veloz de los pies alados (regente
adoptivo de Virgo) parece lerdo y circunspecto. Después ella llora amargamente, y sus lágrimas se truecan sin
aviso previo en una risa suculenta y cálida — primero lo regaña, a continuación lo mima como una gallina
clueca — , francamente caprichosa. No hace más que revelar a la doncella lunar que lleva en el alma.
(Probablemente fue cuando ella estaba en la fase Cáncer que él la imaginó por primera vez como una madre,
así que se puede disculpar que le contestara «los de un hijo fiel» cuando lo interrogó acerca de sus
sentimientos.)
Además, hubo una extraña semana en que ella pretendió arrogantemente que él la atendiera como un
esclavo porque se había torcido un tobillo, y su exagerado orgullo no le permitía confesar el dolor muy
concreto que le atormentaba. (Se hallaba bajo su influencia de Leona.) Entonces, durante un mes íntegro, se
142
mostró muy humilde y cortés, pero al mismo tiempo tan severa al juzgar cada una de sus palabras, que él tuvo
la impresión de estar mirando su propia imagen reflejada en un espejo. Y así era, en verdad. Ésa era,
casualmente, la escena reservada a Virgo en su drama en doce actos.
Cuando él fue a mostrarle, con tímido orgullo, el viejo Ford Modelo T que había dejado como nuevo,
después de ajetrearse durante muchas horas de trabajo extenuante con el motor y la carrocería, ella no pudo
decidir si adoraba o aborrecía el auto. Primeramente quiso salir a dar una vuelta en él, y después dijo que la
deprimía porque era negro, y que él debería haberlo pintado de un color alegre, quizá por ejemplo el malva,
para que hiciera juego con su vestido nuevo. (Recibía un fugaz soplo del peso y contrapeso de Libra.)
Una vez, cuando él se quedó dormido y olvidó telefonearle cuando había prometido hacerlo, ella cambió
al día siguiente su número por otro que no figuraba en la guía, y se negó a abrir la puerta cuando sonó el
timbre. Ésta era una pequeña picadura de represalia, típica del Escorpión, porque había faltado a su palabra.
Después, cuando lo perdonó, le dio un beso de buenas noches tan sensual y prolongado, que a él se le
aflojaron las rodillas y casi se desvaneció bajo el impacto de su pasión temporal de Escorpión.
Hubo asimismo una mañana en que le informó bruscamente, delante de su madre (la de él) y de sus dos
mejores amigos, que necesitaba un corte de pelo, hasta el punto de que ella estaba contemplando la
posibilidad de comprarle un collar y una correa. (Sólo fue una de las flechas hirientes de su arco kármico de
veracidad sagitaria, que ella sólo dispara muy raramente, cuando emerge su personalidad de Arquero.)
Durante un tiempo, a partir de entonces, ella se mostró desacostumbradamente reservada y circunspecta
(recordándole a una chica capricorniana que había conocido), hasta que por fin le anunció fríamente, sin el
menor sentimiento o emoción, que no quería casarse porque planeaba ir ,a Europa para estudiar arte, y que su
carrera era más importante que el simple romance... o que él. Él quedó descalabrado por este atisbo de glacial
ambición saturniana en esta criatura normalmente humilde y modesta que creía conocer tan bien después de
haberla analizado tan cuidadosamente.
Precisamente cuando él creyó que las cosas habían vuelto a su cauce, y cuando su vida en común se
desarrollaba rutinaria y confortablemente, ella resolvió mudarse inesperada y súbitamente a un nuevo
apartamento, en el curso de dos breves días, y olvidó comunicárselo. Le dejó el nuevo domicilio a la vieja
casera, pero invirtió por error los números de la calle y la casa, y él tardó tres meses en localizarla por
intermedio de su madre (la de ella), que en esa época estaba en Ohio. Cuando la localizó, descubrió que tenía
amoríos con su profesor de yoga. (Sufría los efectos de uno de sus ramalazos anuales de amnesia
excentricidad, propios de. Acuario.)
Finalmente — pero también esencialmente — ella recupera su dulce personalidad normal de Piscis. Sólo se
trata de que tiene esos arranques, en doce versiones. Pero son sólo trances pasajeros. Durante la mayor parte
del tiempo, es la más adorable, comprensiva, serena y aplomada dama que se puede encontrar de este lado del
Paraíso. Sentimental v sensible. Serena y fiable. Igualmente, será mejor que el hombre Virgo que la ama sepa
cuántas facetas de ella está midiendo para verificar si se ajusta a su idea de lo que debe ser una compañera
para toda la vida.
Ahora, ¿queréis saber por qué corrió al otro extremo de la habitación después de preguntarle a él cuáles
eran exactamente sus sentimientos para con ella, y de quedar decepcionada con la respuesta? (Véase el
fragmento de Peter Pan que figura en el comienzo de esta sección) ¿Porqué se sintió agraviada, y se refugió
en el rincón para llorar con una araña, como el personaje del cuento infantil? No. ¿Porque estaba enfadada, y
por tanto fue al rincón para enfurruñarse y comer natillas sin convidarlo? Claro que no. Se fue al otro extremo
de la habitación. Os advertí que es sagaz, como recordaréis. Sabía conscientemente o intuyó (para los Piscis
es lo mismo) que entre ellos existía una poderosa polaridad de signos solares, y que cuando nacieron sus soles
natales estaban en oposición. Sabía lo que esto significa. Después de un tiempo, una polaridad se vuelve tan
magnética que es irresistible. (Repasad el ejemplo del imán en otra sección de este capítulo.) Así que ya veis:
ella sabía muy bien que bastarían pocos minutos para que el magnetismo de su «oposición» astrológica los
uniera, y si ella se situaba físicamente en una oposición exacta o extrema respecto de él... bueno, las cosas se
tornarían «físicas» aún más rápidamente... y él cambiaría ciertamente su respuesta por otra más contundente
que la del «hijo fiel». Ella tenía conciencia de que él no tardaría en hablar a través de sus actos, y que éstos
cancelarían claramente su aserto, dándolo por falso. Los hombres Virgo tienden a levantarse muy temprano,
por naturaleza, pero él deberá levantarse más que temprano para adelantarse a ella.
Ella tenía razón, desde luego. Su estrategia de Neptuno funcionó perfectamente. Con la suavidad del raso y el
color rosado de las cintas. Al cabo de diez minutos (bastante silenciosos e incómodos), él se comportó de una
manera soiprendentemente impulsiva (para un Virgo), atravesó la habitación a la carrera, la cogió en sus
brazos y en verdad se echó a llorar abiertamente, afirmando que sus sentimientos respecto de ella no eran en
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modo alguno los de un «hijo fiel», sino más exactamente los de Alejandro Magno, que ardía de deseos de
conquistar el mundo... el mundo enigmático de ella. Entonces, maravilla de maravillas, le propuso
literalmente matrimonio a su ruborizada, nuevamente femenina y sumisa chica Pez, la de los soñadores ojos
neptunianos.
Los signos de Tierra y Agua casi siempre se fusionan sexualmente en un clima de puro éxtasis, con
mucha naturalidad. Su pasión recíproca casi nunca es menos que profunda: enriquece su amor, imitando
fielmente la forma reconfortante en que la Naturaleza misma fusiona la tierra y el agua. Ella se siente segura
en los brazos de él, y él experimenta una nueva conciencia merced a su acto amoroso. A menudo, el hombre
Virgo pierde todo su autocontrol normal junto a la chica Piscis que conquistó su corazón, y esto es lo mejor
que puede ocurrirle. En cuanto a ella, se siente realizada por el solo hecho de saber que le infunde sosiego a
él. Porque él era un hombre tremendamente obsesionado por la soledad hasta que aprendió cuánta vehemencia
podían contener sus sentimientos reprimidos cuando los desahogaba con una mujer de la que sabía que no
lastimaría su vulnerabilidad, que no ofendería nunca su imagen secreta sobre la pureza del sexo. Quizá Virgo
y Piscis aman tan cabalmente porque intuyen que sus sueños están abrigados y a salvo en su compañía mutua.
Y entonces sus cuerpos responden libremente, con una sabiduría propia, a lo íntimo y lo familiar. No tiene por
qué haber muchos obstáculos en su relación 7-7. El es tan inteligente y ella es tan sagaz (hay una pizca de
diferencia entre lo uno y lo otro) que si ponen verdadero empeño en ello, podrán allanarlos. Ambos son
mutables, así que les resultará fácil discutir sus problemas, y esto siempre implica una gran ayuda. Ella
coquetea. No hay tu tía: coquetea. Lo hace desde que tenía seis años. Los hombres la encuentran
magnéticamente atractiva, y ella no puede dejar de reaccionar afectuosamente. Pero él deberá abstenerse de
analizar exageradamente la compasión universal y el oído atento que ella presta tan pródigamente a sus
amigos de ambos sexos, como si fueran pruebas de deslealtad o infidelidad. No lo son, y no lo serán, a menos
que él ostente continuamente una mueca de resentimiento, en cuyo caso será el responsable de que se
materialicen la una y la otra. (Es inevitable que nos acontezca aquello que tememos.) Ella tampoco deberá
crearle tensiones e inquietudes innecesarias, con su actitud negligente respecto del dinero. Podría hacer
mayores esfuerzos por equilibrar las entradas y salidas de su cuenta corriente, y debería dejar de regalarle
todo el dinero que ahorraron para sus vacaciones a la primera persona que parece necesitarlo. A su vez, él
tampoco debería sofocar exageradamente los impulsos generosos de ella en razón de su propia obsesión por el
ahorro, y debería poner auténtico empeño en saber perder, tanto en el ámbito de sus finanzas como en el de
sus sentimientos.
Esta mujer no puede seguir enamorada de un hombre tacaño, ya lo sea con el dinero o con las
emociones. No puede sentir respeto ni ternura por un hombre que es cicatero con su cuenta bancaria o con su
personalidad. Esto la volverá gradualmente frígida (y también podrá empujar trágicamente a algunas
neptunianas al alcoholismo, a fuerza de deprimirlas y frustrarlas). Si él desea mantener felices a las doce
mujeres que hay en ella, deberá aprender a relajarse, a tomar las cosas con calma, a dejar de criticarla cuando
ella trata de conformarlo, a ser más generoso y espontáneo. En cuanto a la chica Pez, sencillamente tendrá que
dejar de esconder las revistas y los suéteres favoritos de él detrás del sofá, cuando reciben visitas, así como de
mezclar sus calcetines y de olvidarse de dar cuerda al reloj despertador.
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