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sábado, 14 de abril de 2018
y para comprender así finalmente que . El amor es eterno
y para comprender así finalmente que ...
El amor es eterno
Existe una razón profunda y significativa por la cual la meditación sobre los doce misterios del amor que
figuran aquí es importante para ti y para el ser que amas. La clave es el número doce. Existen 12 sales
minerales básicas que se emplean en homeopatía (la más útil de las ramas de la medicina). Estas 12 sales
tienen un gran poder para fomentar un estado positivo de la salud humana en cada uno de sus doce signos
solares correspondientes, hecho éste que sólo comprenden los homeópatas profesionales y no los médicos
ortodoxos (exceptuando unos pocos casos raros entre estos últimos). Los minerales de la Tierra se ajustan al
número 12, lo mismo que los sistemas métrico y duodecimal. Los diamantes, por ejemplo, tienen 12 caras o
ejes, a lo largo de los cuales es indispensable cortarlos para que tengan brillo. Hubo 12 gobernadores en el
sistema maniqueo, 12 divisiones del Templo de Salomón, 12 trabajos de Hércules, 12 altares de San Jacobo,
12 dioses griegos y así sucesivamente.
Mucho antes de que los 12 hijos de Jacob fundaran las 12 Tribus de Israel, el número trece (13) tenía un
importante significado místico. Por ejemplo, había 12 Caballeros de la Mesa Redonda, y el Rey Arturo era el
decimotercero. El Rey-dios Osiris del antiguo Egipto estaba asociado a 12 reyes de menor jerarquía, y Osiris
era el decimotercero. Igualmente el Rey -dios azteca Quetzacoatl tenía 12 seguidores, y él era el decimotercer
miembro del grupo. En la Cristiandad, el Budismo Gautama y el Islamismo Shiita, también hay 12
seguidores (apóstoles o discípulos) y un Maestro. Los 12 discípulos representan las doce etapas de
conocimiento de los signos solares, y el «Maestro» simboliza el número trece (13), o la pureza de la
amalgama perfecta de los otros doce en un todo completo.
Por ejemplo, los astrólogos esotéricos pueden identificar a cada uno de los 12 apóstoles de la Biblia
cristiana con la cualidad del signo solar que se corporiza en la actitud particular de ese individuo respecto de
las enseñanzas de Jesús. Esta verdad religiosa entrelazada, judeo-cristiano-islámica, se manifiesta en la
armonía matemática y el bello sincronismo de la rueda del horóscopo.
La ignorancia espiritual, o la ceguera, genera el miedo supersticioso al temido número «13». Los pisos de los
hoteles saltan del «12» al «14», y pocas anfitrionas invitarán a trece comensales a una cena. Sin embargo, el
verdadero significado de este número santo es la sabiduría. Si se lo utiliza para el mal puede provocar una
gran destrucción. Pero si se lo utiliza para el bien puede provocar una gran regeneración. En sentido
negativo, simboliza al «Maestro», que es la amalgama de las doce lecciones de los signos solares,
transformado en un «ángel caído», como Lucifer. En sentido positivo, significa exactamente lo contrario: un
«ángel» que se mantiene incólume, que ejerce el poder y la sabiduría eternos, atemperados por la justicia y la
misericordia y, sobre todo, por el amor.
La numerología es un componente inevitable de la astrología. El tema es demasiado vasto y complejo
para abordarlo a fondo en Los signos del Zodiaco y el amor, y lo analizaremos minuciosamente en un
próximo libro. Sin embargo, en el ínterin, es necesario hacer una breve referencia a los números planetarios
para poder entender cabalmente los doce misterios del amor. Cada signo solar armoniza con un planeta o
luminaria (Sol o Luna) determinado, y es regido por él. Y asimismo cada planeta armoniza con un
determinado número y es gobernado por él. Por ejemplo:
El Sol (que rige a Leo) vibra al son del número diez o uno (10=1), al que equivale cuando se lo suma
siguiendo el procedimiento matemático normal.
La Luna (que rige a Cáncer) vibra al son del número dos (2).
Júpiter (que rige a Sagitario) vibra al son del número tres (3).
Urano (que rige a Acuario) vibra al son del número cuatro (4).
Mercurio (que rige a Géminis y temporalmente a Virgo, hasta que se descubre e identifica al planeta
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que rige auténticamente a Virgo, o sea Vulcano: véase el capítulo Virgo-Virgo) vibra al son del
número cinco (5).
Venus (que rige a Libra y temporalmente a Tauro, hasta que se descubre que el que rige auténticamente a
Tauro es Pan-Horus: véase el capítulo Tauro-Tauro) vibra al son del número seis (6).
Neptuno (que rige a Piscis) vibra al son del número siete (7).
Saturno (que rige a Capricornio) vibra al son del número ocho (8).
Marte (que rige a Aries) vibra al son del número nueve (9).
Cada planeta y luminaria también vibra al son de lo que se denomina un número de «octava más alta», pero
dejaremos la explicación de esto para el próximo libro ya mencionado.
Quizás hayáis notado que en esta lista falta el número con el que vibra Plutón (que rige a Escorpión).
Muchos astrólogos y estudiosos de la numerología os dirán que Plutón vibra al son del número nueve (9), y
que comparte este número con Marte (que gobierna a Aries). No es cierto. Plutón, como todos los otros
planetas, vibra al son de su propio «número» particular — cabal e individualmente suyo — y no lo comparte
con ningún otro planeta o luminaria. Como ya hemos agotado los números desde uno (1) hasta nueve (9), y
diez (10), como vibración del Sol que gobierna a Leo, volviendo así al uno (1) y completando el círculo, tal
vez os preguntaréis cómo es posible que Plutón tenga su propio número. Ya lo veréis.
En primer término, es importante comprender que la vibración nueve (9) de Marte es la vibración
masculina del Universo, que representa y simboliza el principio MASCULINO último de toda la vida y el
amor. La vibración seis (6) de Venus es la vibración femenina del Universo, que representa y simboliza el
principio FEMENINO último de toda la vida y el amor.
El seis y el nueve. El 6 y el 9. Los números vibratorios femenino y masculino, o el 9 y el 6. Macho y
hembra. Positivo-negativo. Oscuridad-luz. (Bipolaridad.) Observad que cuando el número femenino de
Venus, el seis (6), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad) se transforma en un nueve (9). Asimismo,
cuando el número masculino de Marte, el nueve (9), se coloca cabeza abajo (invirtiendo su polaridad), se
transforma en un seis (6).
El hombre y la mujer son, pues, inseparables. Cada uno es una parte igual del otro. Los principios
masculino-femenino son totalmente intercambiables. Sin embargo, uno de ellos siempre apunta en dirección
opuesta al otro. En la numerología hay muchos más niveles fascinantes y reveladores de estudio del seis y el
nueve, pero aquí sólo nos ocupamos sucintamente de este tema, que analizaremos a fondo en un libro futuro.
Observad que cuando se les quita la «cola», el seis (6) y el nueve (9) se transforman en un círculo. El
círculo es el secreto de la fusión de las almas gemelas... el misterio más insondable del signo solar de
Escorpión, y del planeta que gobierna a Escorpión, el portentoso y poderoso Plutón. Porque el número a cuyo
son vibra Plutón es... el CERO. El círculo. El círculo (0) representa la eternidad, porque simboliza la serpiente
que se devora su propia cola. De la cabeza masculina (positiva) de la serpiente fluye la energía masculino-
positiva... hacia la cola femenina (negativa) de la serpiente. Simultáneamente, de la cola femenina (negativa)
de la serpiente fluye la energía femenino-negativa hacia la cabeza masculina (positiva) de la serpiente.
Este es el secreto de Escorpión, el signo solar del «sexo»... y ésta es la energía que alimenta el enorme
poder del planeta que gobierna a Escorpión: Plutón. El cero. El círculo. El O. La serpiente que devora su
propia cola. El símbolo de la eternidad. Porque el auténtico poder sólo puede existir cuando todas las
bipolaridades — macho y hembra, joven y anciano, oscuridad y luz, noche y día — se transmiten energía
simultáneamente las unas a las otras, y fusionan sus energías en lugar de seguir oponiéndose entre sí.
El cero vibratorio de Plutón también contiene el misterio secreto de la Santísima Trinidad de la
Cristiandad. «El Padre-el Hijo-y-el Espíritu Santo». El «hijo» (humanos, de ambos sexos) es la energía
masculina. El «Espíritu Santo» (el espíritu de Cristo) es la energía femenina. Cuando cada una fluye
simultáneamente en la otra (en lugar de mantenerse en oposición) se genera una tercera energía, que es las
dos, y sin embargo ninguna — neutral y TODOPODEROSA-, o sea: «El Padre» (Dios). Esta tercera energía,
compuesta por la masculina y femenina combinadas, que fluyen la una en la otra, en lugar de oponerse,
genera muchos milagros: El gran poder de la Divinidad. La concepción de un hijo. La concepción de una
idea (que se transforma en ideal si se le agrega la «1» de love, la palabra inglesa que significa amor). La
energía que mueve a las naves espaciales de otros sistemas solares.
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Kekule, que hizo el monumental descubrimiento de la estructura anular del benceno, descubrimiento éste
que a su vez allanó el camino para el aspecto teórico de la química orgánica, no dijo por casualidad que antes
de que se le ocurriera este concepto había soñado repetidamente con «una serpiente que se devoraba la cola».
Por tanto, todo el misterioso «poder» de Plutón-Escorpión proviene de un conocimiento inconsciente de
este principio del cero en virtud del cual la fusión perfecta entre lo masculino y lo femenino crea una tercera
fuerza de energía, que es lo uno y lo otro, y sin embargo no es ninguno de los dos — neutra y
TODOPODEROSA- porque no se opone, sino que hace que las bipolaridades se fusionen y fluyan
simultáneamente la una en la otra.
Otro testimonio, otro «secreto» del círculo CERO de Plutón, es el siguiente: ¿qué sucede cuando se agrega el
CERO (0) a cualquier otro número? Cualquier banquero o estudiante de matemáticas os dirá que «aumenta»
el poder del número. Evidentemente, el monto de un dólar crece (tiene más «poder») a medida que «se
agregan ceros». Así, 1,00 dólar se convierte en 10,00 dólares o 100,00 dólares o 10.000,00 dólares y así
sucesivamente. El CERO, pues, equivale al PODER. Esta noticia complacerá a todos los Escorpión...
siempre que no olviden dónde reside el origen del poder. En la serpiente que se devora la cola... el secreto de
la eternidad.
Un factor importante para comprender los doce misterios del amor, relacionados con el secreto del círculo, es
el siguiente. En el texto de este libro encontraréis a menudo el término «Co-Creadores». A los escépticos, a
los que les resulta difícil imaginar al «Dios del Antiguo Testamento» con su propia consorte, les suministro
esta información erudita, aunque los creyentes y las personas espiritualmente espabiladas no necesitan más
pruebas que el conocimiento instintivo que procede de dentro, respecto de este o cualquier otro concepto
sobre la veracidad de la creación.
La cita siguiente proviene de una escrupulosa traducción de la Septuaginta, la versión más antigua (circa
250 a.J.C.) que se conoce del Antiguo Testamento (los manuscritos hebreos clásicos se remontan apenas al
Renacimiento). La traducción fue publicada en 1960 por la Falcon's Wing Press, bajo la supervisión del
doctor C. Musés. Extractos de Proverbios 8:3-31:
Pues a las puertas de la Grandiosa, Ella ha tomado asiento, y en la entrada
entona su canción:
«En el principio, antes de que el Señor creara la TieiTa cuando El
afirmaba los Cielos, yo estaba con Él,
y cuando El distinguió su trono sobre los vientos cuando El puso
límites al mar,
y las aguas no trasponían el verbo de su boca yo armonizaba
con El. Yo era aquella en quien El se regocijaba, y diariamente
me alegraba su presencia en todas las ocasiones».
La Cristiandad eclesiástica, en la que el Antiguo Testamento hebreo sembró la deformación de la verdad
mediante la imagen «patriarcal», ha enseñado durante demasiado tiempo la falacia de que la Santísima
Trinidad es totalmente masculina. Esta superchería nos ha privado de una verdad sublime y enaltecedora. Pero
el desarrollo de la era de Acuario, pronosticado por los profetas de todas las religiones, traerá la luz de la
restauración consciente del equilibrio áureo entre las energías femenina y masculina sobre la Tierra. Este
equilibrio áureo es la fusión eventual de todas las almas gemelas. El concepto está a punto de florecer dentro
de todos los corazones anhelantes e indagadores. Le aplican muchos nombres, pero él auténtico es la REAL
PERSONALIDAD, tal como se experimenta mediante la unión con la propia alma gemela. Y empieza con la
admisión de la verdad masculino-femenina oculta en la Santísima Trinidad y el símbolo de la Eternidad, la
serpiente que se devora la cola, el «conocimiento» secreto' que la serpiente le transmitió a Eva, quien se lo
retransmitió a Adán. El hecho de que al acto de comer el «fruto prohibido» del «Arbol del conocimiento» lo
llamaran más tarde «Pecado Original», revela la desesperación de las fuerzas oscuras por ocultar la Luz de la
Verdad mediante una deformación bipolar, encauzada a través de los antiguos patriarcas que temían perder el
pi incipio de la superioridad masculina en razón de la igualdad sexual. Pero las hijas de eva de la Era de
Acuario le harán comprender por fin al mundo que el término «pecado original» es el Padre de todas las
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supercherías mayúsculas del dogma religioso. Y los hijos de Adán de la era de Acuario se dejarán esclarecer
esta vez por la sabiduría de Eva. Ni siquiera los «padres» de la Iglesia pueden parar el rayo del despertar
espiritual uraniano, predestinado y pronosticado, de la nueva era del equilibrio áúreo. Quizás Adán no pudo
acomodarse a la verdad. Pero los Acuario de hoy sí pueden... y así lo harán.
Bajo las poderosas vibraciones de Urano y el microscopio de Acuario, quedará al descubierto la verdadera
naturaleza hipócrita de la patraña. Y a esto se lo denominará «Inocencia Original»... el comienzo de la
Sabiduría. Cuando las gentes de todo el mundo empiecen a cooperar con estos principios divinos del
equilibrio áureo de lo masculino y lo femenino, la nueva era de Acuario se manifestará finalmente en todo su
esplendor y magnificencia a la Atlántida renacida y más sabia. Ni siquiera la suma de todos los locos
chovinistas y atómicos y nucleares podrá detener la marea uraniana de la Verdad.
A medida que el hombre y la mujer evolucionan alrededor del círculo kármico astrológico, asimilando en su
propia individualidad las cualidades de otros signos solares, enseñando algunas, aprendiendo otras, cada uno
de ellos tiene la obligación espiritual de conservar la integridad positiva de su propio signo solar en esta
encamación y también de respetar este derecho en los demás. El León debe tener su dignidad, así como el
Cangrejo debe aferrarse a la seguridad. La Cabra debe honrar la tradición, y los Gemelos deben reclamar su
libertad. Cada cual debe obedecer el adagio de la era de Acuario que exhorta a «vivir y dejar vivir», a ser uno
mismo, y a comprender que los demás también deben ser como son. El primer paso que debemos dar para
comprender el significado último del amor, para que finalmente nos permitan disfrutar de su realización
absoluta, consiste en aprender a tolerar en lugar de condenar las cualidades de los signos solares que difieren
de las nuestras.
Al explorar las relaciones recíprocas de los doce signos solares, a través de sus rasgos armoniosos y
antagónicos en la medida en que los unos y los otros se asocian con los nuestros, siempre debemos tratar de
recordar que el objetivo final de cada alma consiste en dar las lecciones de cada signo solar a las otras
personas con las que nos cruzamos en el camino, y recibir recíprocamente sus enseñanzas. Este viaje es una
especie de desarrollo del espíritu, que empieza en la infancia del alma y continúa en la edad adulta del alma,
en su edad mediana, su «vejez» y su muerte, y después en el renacimiento. El alma sólo podrá liberarse de
este círculo interminable de nacimiento y .nuerte cuando aprenda a liberar también el cuerpo físico o denso de
!a muerte, milagro que me atrevo a predecir que se producirá mucho antes de lo que actualmente creemos. El
«problema» que crearía esta longevidad, respecto de la población general del mundo (nuevos nacimientos,
junto con la derrota de la muerte — durante siglos — etcétera) tiene varias soluciones. Pero éste no es el lugar
adecuado para tratar de concebir tales posibilidades. La discusión a fondo de lo que será este futuro en la
«nueva era» que se aproxima deberá quedar aplazada hasta mi próximo libro.
El viaje simbólico del alma a través de los doce signos solares se puede comprender imaginando a un hombre
y una mujer que realizan un viaje análogo, con sus mentes y sus cuerpos. Al principio, el alma ingresa en la
fase inicial, parecida al nacimiento terrenal, y después progresa a lo largo de varias etapas posteriores
similares a la vida terrenal, y en cada una de ellas asimila experiencia espiritual, así como nosotros
asimilamos experiencia mental y física durante un viaje análogo de nuestros cuerpos densos. El alma "nace"
en el signo de Aries, el recién nacido simbólico, tal como se refleja a través de la alquimia magnética del Sol.
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