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jueves, 15 de marzo de 2018
El hombre Libra
El hombre Libra
-En mi juventud -dijo su padre- me interesó el Derecho
y discutía todos los casos con mi mujer;
y la fuerza muscular que eso me imprimió
en la mandíbula
me ha durado por el resto de mis días.
Con este hombre tendrás un consejero gratuito. Tendrá la solución perfecta para todos tus problemas, y una respuesta para cada pregunta que le hagas. Pero será inútil que esperes de él la respuesta a todos tus sueños de doncella: algunos te los cambiará, y te discutirá los otros. Un hombre Libra puede ser tan chiflado como un cocodrilo con urticaria, y su hábito de racionalizarlo todo, incluso el amor, te pondrá frenética... o te dejará en la impotencia de la derrota.
Así y todo, es mi deber advertirte que una vez que estés atrapada y enredada en el encanto de Libra, no te será fácil escapar. Tratar de zafarse del abrazo de un oso es cosa fácil, comparado con el esfuerzo de liberarte de un hombre Libra. Si intentas escapar, te persuadirá con argumentos tan lógicos e inteligentes que no tendrás la menor esperanza de rebatirlos a menos que te hayas graduado en Derecho. Además de ejercitar contigo su inigualable capacidad de razonamiento, se mostrara tan caballero y gentil que te olvidarás de esa frustrante incongruencia de su naturaleza que antes te fastidió. Y cuando te sonría, algo te pasará por dentro. El corazón se te derretirá.
A partir de ese momento, habrás perdido la batalla. Sus sueños serán tus sueños, y nada te importará tanto como hacerle feliz. Buscarás esa sonrisa porque la necesitarás para sobrevivir, como un viajero sediento necesita el agua. Hay que ser una mujer de corazón muy duro para resistirse a la sonrisa de Libra, y aun así, tendrías que recurrir a toda tu decisión para escapar al magnetismo de su pureza. El encanto de Libra no es como la persuasión hipnótica de Escorpio. La atracción de Libra es lógica y real, de ninguna manera sobrenatural. No tiene nada de magia negra; obra por el sometimiento, dictado por el sentido común, a su atmósfera celestial.
Por otra parte (para usar la muletilla favorita de él) habrá veces en que la balanza de Libra se enloquezca a fuerza de contradicciones. Tendrás que gritarle, arrojarle al lago o colocarte cabeza abajo para conseguir que te preste atención y obligarle a hacer una jugada. No seas tan ingenua como para pensar que el amor será terso y eternamente tranquilo, por mas que su signo esté regido por Venus. Si recuerdas bien la mitología romana, sabrás que Venus tenía sus días de descanso. Aun así, cuando la balanza se equilibra, vivir con Libra puede ser tan embriagador como un cáliz de dorada ambrosia, en un clima de risas y descuidada libertad que solo conocen los dioses en el Olimpo.
Para el varón Libra medio, tomar una decisión no es tarea menos agotadora que domar un búfalo salvaje; y una vez tomada, si sospecha que cometió un error, puede cambiarla sin previo aviso. Conozco a una mujer que quería establecer una sociedad comercial con un Libra, y a golpes tuvo que aprender esta legendaria característica del signo. Una mañana de verano se citaron para desayunar, llenos los dos de entusiasmo y de planes optimistas para el futuro. Cuando el futuro socio de ella la dejó, camino de su despacho, mi amiga empezó a preocuparse. Las promesas parecían casi demasiado buenas para ser verdad, de modo que le telefoneó para asegurarse de que todo no era un sueño. El seguía entusiasmado, le repitió todas sus promesas y planes, y determinaron un día de la semana siguiente para volverse a encontrar. Antes de colgar, el se dio cuenta de lo que pasaba y la tranquilizo. “De paso -le dijo- quería decirte algo, ya que en unos días no volveremos a vernos”. Vaciló apenas (un signo al que ella no dio importancia) y continuó con firmeza: “Quería decirte que... bueno, lo que quería decirte es que no te preocupes, que no cambiaré de opinión. Seguiremos adelante con el asunto, tal como está planeado”.
A la semana siguiente, como él no la llamó, mi amiga volvió a telefonearle. “¿Has estado fuera de la ciudad?”, le preguntó. No -contestó él lentamente-, no te llamé porque quería pensarlo mejor -larga pausa-. Creo que primero tendría que probar algo con un presupuesto mas reducido. Nuestro proyecto conjunto lo pondremos en marcha en la primavera que viene, te lo prometo. Es que... bueno, he decidido que es mejor dejarlo para entonces, y dejarlo reposar un poco ahora, ¿sabes?”
Movida por el natural resentimiento y la desilusión que la embargaron ante tan inesperado retroceso, la mujer tomó su propia decisión. Jamás volvería a hablarle. Evidentemente, ese hombre era tornadizo e indigno de confianza, y además, cruel. Un mes después se encontraron en la calle, y él se detuvo para saludarla. Desprevenida, ella balbuceó un par de saludos distantes y convencionales e inmediatamente se arrepintió de no haberle negado el saludo. Entonces él sonrió, y fue el acabose. Mi amiga se convirtió otra vez en su mejor propagandista. El era incapaz de maldad, y con ella también. Hasta el día de hoy sigue defendiéndole, y si se entera de que algún sueño mas ha vuelto a derrumbársele, siente un deseo ilógico de ayudarle a recoger los pedazos, para verle sonreír otra vez.
Ahora, si eso es lo que puede suceder cuando una mujer se ve envuelta en un asunto comercial con un hombre Libra, imagínate cual sería tu estado mental y tu posibilidad de resguardarte, si llegaras a enamorarte de uno de esos seductores imposibles. Simplemente, ninguna prevención es excesiva. Acorázate, y vuelve la cabeza cuando él sonría. Tápate con algodón los oídos cuando empiece con sus convincentes argumentos, con esa voz de seda que te hace erizar los pelitos de la nuca.
La palabra amor y la palabra Libra son prácticamente sinónimos. Libra inventó el romance, y lo refinó hasta convertirlo en un arte, con un virtuosismo que Leo, Escorpio y Tauro -lo que es decir mucho- no pueden igualar. Para Libra, las delicadas estrategias de Cupido son talentos innatos. Se valdrá con facilidad y soltura de todas las tretas, y rara vez se le escapará la chica. Sin embargo, cuando la haya conseguido, no siempre sabrá que hacer con ella. ¿Se aprovechará del desvalimiento de ella, o le propondrá matrimonio? ¿O las dos cosas? ¿O ninguna? La batalla mental se inicia, y vivir en el jardín del Edén con un Adán de este tipo puede ser lo menos parecido a un éxtasis.
Hasta los noventa años, por lo menos, Libra no perderá interés en el sexo opuesto. Si es feliz en su matrimonio, puede ser un interés puramente académico, pero es una materia que jamás le aburrirá, aunque se limite a imaginarse como sería guiar por un salón de baile imaginario a cada chica bonita que aparece en las inmediaciones.
Como al varón Libra el arte de amar se le revela con tanta facilidad -y con precocidad tan asombrosa- y como casi siempre sus excursiones románticas por la selva del amor terminan coronadas por el éxito, se enmaraña con muchísimas enredaderas. Libra no pretende herir los sentimientos de nadie, pero ignora beatíficamente el dolor que puede causar cuando se pone de ánimo discutidor. Le enferma decir que no, pero es raro que se dé cuenta de que las postergaciones son más crueles que terminar directamente con un asunto que no tiene perspectiva alguna de felicidad. En la situación opuesta, cuando los sentimientos recíprocos llevan a ambos tan cerca de lo sublime como en esta tierra pueden llegar los humanos, la agonía puede ser igualmente prolongada y tortuosa. Solo Acuario puede mostrarse más temeroso de hacer una jugada definitiva, en un sentido o en otro. Si tiene la sensación de que no es justo con alguien en su propia vida, contigo, o hasta con alguien de su pasado romántico reciente, su dolorosa indecisión no tendrá fin. Para el, ser injusto es un crimen casi equiparable al asesinato. El deseo de no mostrarse cruel puede llevarle a un matrimonio equivocado, cuyo destino no puede ser otro que el tribunal de divorcio, pero también sus interminables dilaciones pueden ser causa de que pierda el amor de su vida. Ya ves que su actitud es un arma de doble filo, tan capaz de destrozar un amor verdadero como de cortarle una tajada de matrimonio indigerible. Para ambas cosas, la cura es deshacerse de falsos sentimientos.
Es imposible negar la tendencia a la versatilidad en los hombres Libra. Especialmente durante la juventud, tienden al jugueteo. El impulso natural de Libra le lleva a estimar las posibilidades de una mujer de cada tres o cuatro que encuentra, para ser su auténtica compañera del alma. Es frecuente que sufra una confusión irremediable entre amistad y amor. Lo sorprendente, con todos sus tanteos y experimentaciones, es que los varones Libra no anden mas frecuentemente con el corazón destrozado. Son capaces de olvidar con ofensiva rapidez y, excepción hecha tal vez de Géminis o Sagitario, los que menos se permiten el lujo de evocar con pena el recuerdo de un amor no correspondido o de un romance que no llegó a ser. Es posible que reciba algunas magulladuras, pero las heridas no serán permanentes, salvo en casos muy excepcionales; entonces, pueden ser devastadoras mas allá de todo lo imaginable, pero eso sucede tan rara vez que no encontrarás muchas excepciones a la regla. Es mas fácil encontrar a un hombre Libra, blando de corazón y desprevenido, en las garras de una mujer apasionadamente decidida que le ha metido en la cabeza que abandonarla sería un pecado solo inferior a romper los diez mandamientos todos juntos. Atrapado en semejante red, Libra puede ser un desdichado prisionero del amor; pero los dos extremos son excepciones, y la mayoría de los hombres de este signo se las arreglan para mantener una libertad que les permita disfrutar del romance en la mayor medida posible, sin dejarse atar por lazos sentimentales.
A Libra no le interesa demasiado desenterrar tus secretos. A primera vista puede parecerte que si, pero pon mas atención. Es frecuente que se le escapen cosas que pasan bajo sus propias narices. Todo el mundo se dará cuenta, salvo el. Aunque discuta hasta que el infierno se congele, su propósito no es rastrear motivaciones personales, sino recrearse en teorías abstractas, para poder llegar a un juicio equilibrado. Sus preguntas no se dirigen a descubrir la oculta neurosis de nadie. Simplemente, desea aislar los hechos y volverlos a colocar en el lugar adecuado. Brillante en la 1ógica y astuto en la nacionalización, discutirá los pros y los contras, y su conclusión será las más de las veces certera, exacta, sensata y práctica. Ni siquiera Salomón en toda su sabiduría podría superar el equilibrio final de una decisión típica de Libra. Lo que no tiene es inclinación a considerar los matices personales o la maraña emocional que pueden estar por debajo de la superficie. Le basta con los hechos y no necesita más. A su juicio, la profunda penetración del carácter que pueden mostrar Piscis, Escorpio o Acuario enturbiaría la claridad de la imagen que él ve. Instintivamente siente que esas honduras psicológicas no son su línea, y es verdad.
Si tú eres derrochona, deducirá simplemente que el dinero se te va como si fuera agua, y que es arriesgado darte crédito. El hecho de que al dilapidar estés buscando seguridad emocional no le interesa en absoluto. Él no es tu psiquiatra. Si eres ahorrativa, lo único que a él le interesará será estudiar cuidadosamente tu frugalidad para formarse un juicio exacto de tus costumbres; no sentirá ningún deseo de descubrir tu miedo secreto a perder la independencia, al ser pobre. La promiscuidad será motivo para que te señale sus riesgos, la frigidez dará lugar a discusiones aún más prolongadas sobre el aislamiento de toda compañía humana, pero Libra se negará a conocer las experiencias traumáticas que produjeron la primera o de los profundos y arraigados sentimientos de inadecuación que son el origen de la segunda. Libra es el juez, y el juez se dedica a tomar sabias decisiones basadas en un cuidadoso estudio de los hechos, pero no a preguntarte por que el color rojo te pone nerviosa, ni a procurar entender la compulsión que te hizo cerrarle la puerta con llave a tu marido cuando se puso ese pijama con rayas rojas. Recuerda siempre que para Libra, el motor de la discusión no es otro que la curiosidad abstracta. Puede parecer que indaga, pero no es así. Tampoco es tan fisgón ni hablador como parece. Indagar en un secreto recibido en confidencia de un Virgo típico es como romper el secreto de la confesión.
Todo eso hace que sea enormemente confiable, pero un poco duro para los sentimientos de uno. Puedes confiar tranquilamente en él, pero te hará sufrir cuando te des cuenta de que ni siquiera sospecha tus necesidades más íntimas. Aunque quiera complacerte, será raro que muestre la suficiente comprensión de tus calladas esperanzas para que satisfaga todos tus anhelos (salvo que tenga un signo de agua en el ascendente, o que la Luna este en un signo de agua). El simple hecho de que técnicamente sea un amante experto no basta para que en relación con tus estados anímicos sea la personificación de la empatía. Ya le cuesta bastante hacer frente a los suyos propios. Nada puede ser mas irritante que lo que sucede cuando corres hacia él a contarle lo profundamente que alguien te ha herido. Tú quieres que te compadezca, y ¿con qué te encuentras? Su primera pregunta será: “¿Y tú que le hiciste?”. Después te hará ver que tú estabas igualmente equivocada, hasta que sientas deseos de gritar de indignación insatisfecha. Pues date el gusto y grita, que de todos modos él no tomará partido si piensa que has sido injusta, y todas las implicaciones emocionales se le escaparán.
Esta incapacidad de Libra para advertir la necesidad de su pareja de hallar una comprensión profunda siempre provoca problemas. Puede parecer increíble que sea tan intuitivo para lo abstracto, tan brillantemente lógico en sus deducciones, tan capaz de pensar con claridad y de mantener bien abiertos la mente y los ojos, y que sea tan irritantemente obtuso para todo lo que a uno puede hacerle sufrir o vibrar por dentro. Pero es una de esas incongruencias con las que tendrás que aprender a vivir, si es que vas a vivir con Libra. Claro que con su gentileza y con esa sonrisa, se hace más fácil de soportar.
A menos que en su carta natal haya influencias desfavorables, Libra no será rígido con el presupuesto. Por el contrario, suele ser mas bien prodigo con el dinero. Le gusta gastar en los objetos o actividades que en su sentir proporcionan belleza o felicidad. Prepárate a ser una buena ama de casa, porque vuestro hogar será regularmente un centro de hospitalidad, casi a cualquier hora del día o de la noche (salvo durante los períodos en que el necesita descanso, porque entonces no le gustará que le molesten timbres, teléfonos ni visitas). No le arrastres a lugares atestados donde tendrá que sentir la presión de los cuerpos y donde el ruido ofenda su espíritu de armonía. Una multitud de extraños afecta su equilibrio interno. Todo Libra siente un rechazo instintivo ante el contacto físico con la humanidad en masa. Su vida social estará generosamente condimentada con gente inteligente y chispeante, pero cuando el grupo supere el par de docenas de cuerpos a 37ø, Libra saldrá corriendo en busca de aire. Si de pronto te deja sola en un teatro atestado de gente, sin darte explicaciones, no pienses que te odia; simplemente ha sufrido un ataque de claustrofobia, típico de Libra.
El camino mas rápido hacia el desinterés que te llevará al divorcio es tener la casa en desorden. Mantén la radio y el televisor con poco volumen y procura que los olores de la cocina no lleguen a sus delicadas narices. Si es necesario que hagas sopa de cebolla y pan untado con ajo, inunda los alrededores con ambientador de olor a pino hasta que la casa huela como los bosques de los Grandes Lagos. Una esposa que sirve a su marido Libra el pan sin sacarlo de la envoltura de plástico, que le haga usar toallas de papel en vez de servilletas y que deje fuera de su sitio la botella de leche o el paquete de copos de cereales se encontrara mucho antes de lo que espera viviendo la vida no tan alegre de divorciada. Colgar las medias del barrote de la cortina del baño, ni pensarlo. Olvidarse de sacudir el polvo o de hacer las camas puede mantenerle en un estado constante de discordia emocional. Para escapar de la desarmonía se refugiará en siestas cada vez más largas, y saldrá solo más noches cada vez, hasta que finalmente se rompa por completo la comunicación. Él, personalmente, puede ser tan descuidado como seis cerdos, pero esperara que tú recojas los calcetines y dobles los periódicos que deja desparramados por el suelo. Si las cortinas de color cereza no combinan con la alfombra marrón, puede pasarse años poniendo mala cara, sin que llegues a saber jamás por que. Mejor que optes por el decorado pastel. Con la bondad típica de Libra, es posible que no se queje, pero que encuentre cada día más atractiva a su secretaria, que tiene un gusto exquisito.
El varón Libra aborrece la confusión, y realmente necesita armonía para mantener su estabilidad. Su hogar debe ser un bello oasis tranquilo que le aísle de la ruidosa discordia del mundo exterior, para que su balanza no esté permanentemente desequilibrada. Como el rara vez indaga en los motivos, tu tendrás que ser lo bastante despierta para adivinar por que nunca está en casa, o porque cuando está se pasa todo el tiempo durmiendo. Recuerda que la introspección no es su fuerte, de modo que el analista tendrás que ser tú. Jamás sospechará que su desdicha tiene su origen en el hecho de verte a ti con la cara cubierta de cremas, y a los niños pringados de jalea. Tal vez no se dé cuenta de que le enferma la cortina anaranjada de la ducha, o que la litografía de Washington atravesando el Delaware que cuelga sobre la chimenea le pone los nervios de punta. Aunque no entienda bien por que siempre se olvida de darte el beso de las buenas noches (y el de los buenos días), su mentalidad lógica le dirá que algo no funciona, y eso lo hará sufrir más de lo que deja ver. Recoge los periódicos y los juguetes, limpia y ordena la casa, échate tu mejor perfume, quítate los rulos, baja el volumen del televisor, compra para el cuarto de baño unas cortinas azul cielo y hazte con una linda reproducción de Degas para poder quitar a Washington de encima de la chimenea. Una mañana, al despertarte, te encontrarás con que estás casada con un hombre nuevo, que muestra una actitud totalmente distinta.
Los niños siempre saldrán ganando con su sentido de la justicia. Él cuidará de que los mayores no se aprovechen del bebé, o de que los pequeños no estropeen la bicicleta de los más grandes. Un padre Libra ejercerá la disciplina con tranquila autoridad, y tratará de dar una razón lógica para el castigo, que rara vez será administrado mientras se halla bajo los efectos de la ira. Como tú, los niños se derretirán bajo su encanto y, también como tú, se fastidiarán ante sus constantes debates y discusiones. Un hombre Libra, cosa extraña, no suele esperar con entusiasmo el nacimiento de los hijos, pero cuando han llegado advierte que su amor es mas grato que la soledad y se sumerge en su condición de padre con sincero deseo de disfrutarla; normalmente, termina siendo un papá embobado. Sin embargo, jamás permitirá que su afecto de padre ocupe el lugar del sentimiento romántico que le liga a ti. Para los nativos de este signo, hombres o mujeres, la pareja es lo primero, los retoños lo segundo. Y no temas que su amor por ti disminuya a medida que aumenta la familia... siempre y cuando hayas cambiado esas cortinas de color cereza o la alfombra marrón, una u otra, desde luego, y que los platos sucios no se amontonen continuamente en la cocina.
Un último consejo astrológico. Si estás enamorada de un Libra, y segura de que las cosas tienen que ser así, adelante: ve y proponle todo lo que quieras proponerle, incluso el matrimonio. Se sentirá aliviado de que tú tomes la iniciativa. Pero ten cuidado con esa veta de perversidad que le lleva a dejarte decidir a ti y después, cuando las cosas no marchan bien, señalarte alegremente: “Tú tomaste la decisión, no yo”. Si no estás segura de que sabes lo que haces, la discusión no terminará nunca. No hay más que una manera de empezar con él. Dile: “Si, yo lo decidí, porque si dejaba que lo hicieras tú, todavía estaríamos ahí parados en la esquina bajo aquel farol, en la lluvia, diciéndonos "Te amo", y los dos muriéndonos de neumonía”. Te lo discutirá, naturalmente, pero un momento antes -o después- de que le partas la sartén en la cabeza, te sonreirá, con aire despreocupado... y ahí estarás de nuevo bajo el farol, en la lluvia, diciéndole “Te amo” una vez mas. Creo que fue por ahí por donde empezamos.
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